jueves, 1 de mayo de 2014

Gota a gota, paso a paso.

Cuenta la leyenda que, hace ya muchos años, un gran bosque salió ardiendo. Las llamas avanzaban rápido de árbol en árbol, parecía que nada podía salvarse, y todos los animales huían despavoridos. Bueno, no. Todos no. 
Hubo un pequeño colibrí que decidió no darse por vencido, no estaba dispuesto a ver como se quemaba su casa. Entonces, ante la atenta mirada de los grandes animales que no hacían más que decir que estaba loco, el colibrí cogió una gota de agua en su diminuto pico y voló hacia el incendio, donde la dejó caer. Así una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... 
Hasta que uno de los grandes animales del bosque le preguntó:
        -"Oye, ¿Qué haces? ¿Crees que con esas diminutas gotas conseguirás apagar el fuego? Que ingenuo, con ese piquito, ja ja ja ja." 
Y el pequeño colibrí lejos de ofenderse, contestó:
       -" Estoy haciendo todo lo que puedo"
Y dicho esto, siguió con su tarea.
La moraleja de esta historia no es otra que aunque a veces creamos que somos demasiado pequeños y los que hacemos demasiado insignificante, mientras pongamos todo lo que esta en nuestra mano podremos ayudar con ese poquito y servir de ejemplo a los demás.

Y bien, os preguntaréis el por qué de esta leyenda ahora. Pues os lo cuento, no os preocupéis. Quería contaros esta leyenda para hablaros de otra leyenda, pero esta vez de una mujer que se convirtió en ella. 
Esta mujer se llamaba Wangari, Wangari Maathai, una activista y ecologista keniana que nos dejó hace tan sólo tres años. 
Ella vivió y vio como deforestaban su tierra cuando era una niña, y lejos de conformarse y aceptarlo, decidió seguir el ejemplo del colibrí y hacer todo lo que estuviera en sus manos por solucionar esto. Wangari creo el movimiento "Cinturón verde"en el cual las mujeres de su tierra plantaron más de 30000 árboles para evitar la erosión y vencer la deforestación, mejorando así la calidad de vida de sus gentes. Gracias a este movimiento se la conoce como "La niña árbol", su vida no fue nada fácil, fue arrestada varias veces por el régimen y atacada violentamente; pero aún asi no se rindió, y gracias a ella se consiguió salvar un bosque entero parando la construcción de un complejo urbanístico.
Wangari llegó lejos, creó un partido ecologista, fue Ministra de Medio Ambiente y Presidenta del Consejo Económico, Social y Cultural de la Unión Africana.
Ella fue un ejemplo a seguir, y nos dejó una lección muy importante. Ojalá hubiera más gente en el mundo que pensara en esto, ojalá otra Wangari aparezca para salvarnos de lo que se nos viene encima como sigamos destrozando nuestro planeta. Ojalá.


Y ahora ya os cuento cómo se me vino esta entrada a la cabeza. El otro día fui a disfrutar de otra de mis pasiones, el teatro. Concretamente de un montaje dedicado a esta mujer-leyenda, dicha obra se llama Wangari, la niña árbol, representada por el grupo Karlik Danza. La cual os recomiendo, por una puesta en escena magnífica, mezclando teatro con baile, proyecciones y figuras acrobáticas, que te dejan con la boca abierta. La historia de Wangari contada para grandes y pequeños, algo que merece la pena ver y admirar.

Un saludo bloggeros.

2 comentarios:

  1. Muy interesante esta entrada. Yo conocí la historia de Wangari hace algunos años y me dejó enamorada. Todos deberíamos aprender de esta mujer que dedicó su vida a luchar como el colibrí de la leyenda para poquito a poquito conseguir grandes cosas. Wangari no dejó un solo momento de soñar su sueño: plantar árboles para mejorar la vida de su pueblo: "La tierra estaba desnuda. Mi misión fue intentar vestirla de verde". Si cuidamos los árboles, estaremos cuidando la PAZ.
    Los kikuyu, etnia a la que pertenecía Wangari, adoran a Ngai, el dios que vive en lo alto del Monte Kenia, “la Montaña Luminosa”. Dicen que cuando este monte está cubierto de nubes, es que Ngai está allí. Cuando algo no va bien, los kikuyu suben a éste u otros lugares elevados y allí rezan bajo el Árbol Sagrado. Amparados por el silencio de la naturaleza, piden perdón por los pecados cometidos e imploran ayuda para combatir los males que les azotan. Y las mujeres kikuyu, cuando están a punto de dar a luz, se encaminan hacia ese árbol para parir allí a sus hijos.
    Los kikuyu creen que el espíritu de Wangari mora debajo del árbol sagrado.
    Ójala que el espíritu de Wangari nos guíe y consigamos un mundo más justo y habitable.

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  2. Ojalá sea así.

    Escribir y divulgar historias tan bellas como ésta ya es un primer paso para poner nuestro granito de arena.

    Besos a las dos.

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